Friday, June 18, 2010

La escuela de la pendejada

Y para comenzar esta nueva fase del blog, va la reseña de una reverenda mugre que, por azares del destino, me tocó leer. Quiero evitarle el trauma y los corajes a la mayor cantidad de gente posible y, sobre todo, evitar la compra del objeto este.

Reseña

ESCALANTE, Beatriz, La escuela del amor, México, Plaza-Janés, 2010, 287 pp.

El novedosísimo texto (es un decir) que ahora nos ocupa no es otra cosa sino otro producto insulso de las producciones narrativas actuales (es decir, no son necesariamente literarias). Plagado de errores de redacción (en el plano más superficial), de continuidad [p. 12: la mano y los “pasajeros”], de temporalidad y de verosimilitud (en el nivel más profundo), La escuela del amor es un cliché cursi (ya no meloso), aburrido y fastidioso sin atractivo alguno.

El libro está dividido en 25 capítulos(1) y presenta un narrador extradiegético omnisciente en tercera persona(2). El tiempo es completamente lineal con muchos cambios demasiado bruscos de escena (passim, pero pp. 32-33, 35 y 63, por ejemplo) y de ritmo (de repente va lentísimo y podríamos saltarnos párrafos enteros y de repente acelera a lo bestia), donde con sólo cambiar de párrafo, y a veces incluso de línea, elide tiempos, espacios y escenas completas para cambiar totalmente de foco y de personaje. La narración se desarrolla principalmente en la Ciudad de México, en colonias de alto nivel económico, pero también hay partes en Roma y San Francisco, por ejemplo. El tiempo desarrollado es de alrededor de un año (poco antes del cumpleaños 29 del personaje principal hasta poco después de dicho cumpleaños).

El personaje principal es una tal Fernanda Salas acompañada de sus tres mejores amigas (Vanesa Kuri, Mariela y Christianne) en el papel de personajes secundarios. El “galán” de esta historia rosa es David Sheridan (sepa cómo se pronuncie, ¿/da-bíd/ o /déi-vid/?) también como personaje secundario y, algunos personajes incidentales. La trama es simplonsísima: Fernanda busca al hombre perfecto para casarse con él y el libro trata de los “enredos” que ello le acarrea debido a la intervención de su amiga Vanesa, dueña de una agencia de compañía masculina (sin componente sexual alguno: sólo compañía), quien le encarga a uno de sus empleados, David, lleve a Fernanda a cenar el día de su cumpleaños. Como David está entrenado para hacer pasar una excelente noche a las clientas, Fernanda se enamora perdidamente de él.(3) Los “problemas” vienen cuando David se enamora de ella, pero no le informa acerca de sus actividades y la relación está a punto de irse al demonio, pero todo termina bien. Eso es todo. No hay nada más.

La caracterización de los personajes arroja los primeros problemas del libro, pues son insulsos, mal delineados, inverosímiles e incongruentes.(4) Me explico. Fernanda es una fémina que lo tiene todo: belleza física, trabajo excelentemente remunerado, padres y hermano, amigas fieles, etc., pero su ilusión más grande es casarse. Pero, obviamente, no con cualquier pelado, sino con un príncipe azul. Literalmente [p. 33]. Está empeñada en encontrar a su amor perfecto antes de los 30 (háganme el recochino favor). Así, Fernanda es una licenciada en Turismo a quien le interesa la “belleza interior”, pero no soslayará nunca la exterior;(5) es un ser frívolo (le gusta su materialidad y no concibe estar fachosa, desarreglada o sin maquillar), pero con un “límite sano”,(6) pues no sólo es presentada con características abstractas (bondad, deseo de ayudar a los demás,(7) buen carácter, etc.) que pretenden separarla de la materialidad a su alrededor. Tiene algunas habilidades padres pero inútiles (sabe cocinar platillos sofisticados y bonitos [sic]), su programa favorito es el de su amiga Vanesa, donde una terna de necios (o necias) compiten en un concurso de preguntas y respuestas por ganarse a otro ignaro,(8) a quien no conocen ni pueden ver hasta el final del programa, para irse en una semana de vacaciones romanticistas(9) en Roma. Es también una caprichosa, débil(10) e inmadura [p. 82].(11) En resumen, Fernanda es una tradicionalista “moderada” con ideas estúpidas debido a su falta de problemas con su vida, que busca, únicamente, el glamour del matrimonio, como veremos más adelante.

La tal Christianne, por su parte, es la destrampada del grupo: guapa, pelirroja, adinerada (es dueña de la agencia de bienes raíces donde trabaja Fernanda) y sin complejos morales de ningún tipo, gusta de conocer hombres “hermosos” y llevárselos a la cama. Este personaje carece de substancia de cualquier tipo. Simple y llanamente es una pendejita ignorante, frívola y superficial, sin chispa alguna de intelectualidad, cuya única finalidad en la vida es pasársela bien. En resumen, le gusta disfrutar, sin tapujos, de la vida.

Mariela es la tradicionalista del grupo: madura (araña los 50 años) muy bien conservada, con dos hijos y uno más al final del libro, “chapada a la antigua”, muy adinerada, chef y dueña de un restaurante con academia gastronómica donde ella misma enseña, se escandaliza con la conducta de Christianne y todo lo que vaya en contra de “los valores familiares y tradicionales”.

Vanesa es millonaria, dueña de la compañía de escorts masculinos Male Company y fundadora de la Escuela del Amor [sic], una sandez de institución en Roma donde se pretende enseñar a los alumnos a reconocer los síntomas del “amor” y a mantener las relaciones de pareja. Hermosa y altísima, Vanesa no tiene ambiciones fuera del plano laboral: su objetivo es amasar fortuna(12) y no le importa el sexo, enamorarse, casarse ni, mucho menos, tener hijos. Vive en la irrealidad de todo millonario. Le dan lo mismo las loqueras de Chritianne, los discursos moralinos de Mariela o los ideales estúpidos de Fernanda, pero no es una mala persona, simplemente no le interesan esas cosas y es una “gran amiga”.

David, por su parte, es el cliché de hombre perfecto, aunque no se sabe si por el entrenamiento que le fue dado en Male Company para ser el acompañante perfecto para eventos elegantes con mujeres adineradas o si es algo natural de él. Huérfano desde el kínder, es también un cursi, sensiblero, contradictorio,(13) experto en seducción por su entrenamiento, pero torpe blanco en el ligue espontáneo; con un gran corazón,(14) “tierno”, “inteligente”, “culto” y demás estereotipos del hombre perfecto, pero termina siendo también un personaje débil (ver más abajo) y cursi.(15)

De esta manera, las relaciones entre personajes quedan configuradas de la siguiente manera: Christianne es la hueca, pero noble y buena persona; destrampada, pero responsable que tiene “sexo seguro” [p. 14, además es un sintagma innecesario que refleja un discurso aleccionador que pretende educar de manera “liberal”, semejante a p. 24]. Mariela está en el extremo de Christianne: ultraconservadora que pretende ser el faro moral de sus amigas, a quienes ve, en realidad como sus hijas y protegidas. En un ángulo de 90° con respecto al centro entre los extremos que forman Mariela y Christianne se encuentra Vanesa, quien no es, en nada, distinta de ellas dos, pues prohíbe el contacto sexual entre sus empleados y sus clientas y busca que las compañías sean sólo "románticas". Además, en su escuelucha busca un ideal de amor romanticista (un amor institucionalizado y cliché excesivamente meloso), busca salvar al mundo de las disputas amorosas para que todos vivan felices. Fernanda estaría en el centro de las tres: le agrada la materialidad y el “romance” como a Vanesa, no desaprueba el sexo antes del matrimonio como Mariela y tampoco le gusta el destrampe como a Christianne, pero tolera los gustos y excesos de su amiga.

Las cuatro amigas son todas empresarias, adineradas, sin preocupaciones reales e inmersas en un mundo materialista donde las apariencias son lo primero y los ideales (cualquiera que éstos sean) lo segundo. En general, a la mujer se le ve en este libro como alguien exitoso, respetuoso de los valores tradicionales, pero con voz, voto y nada de sumisión machista a su hombre (v. gr.: Mariela y la mamá de Fernanda). Estamos ante un ideal de mujer independiente, “liberada”, tradicional hasta el exceso, pero pretendidamente moderada en lo conservador, que en realidad es egoísta, caprichosa y hace todo por salirse con la suya, pero sólo está completa con un hombre a su lado [p. 16] o con millones de pesos, pero eso sí, con conciencia social [p. 106]. Recuerdan muchísimo a Susanita, la amiga de Mafalda... Y de las cuatro no se hace una sola Susanita, ¡nomás calcule!

Toda la narración está marcada por la irracionalidad. El ideal de la historia es que todo suceda por azar, por destino, por sentimiento, por “flechazo”. Si no te topas con una persona y sientes “una descarga eléctrica”, significa que no es para ti y que los dioses no te la mandaron. Todo se da por Fortuna, pero no la Fortuna cæca est, sino una especie de Fortuna ex machina; ni siquiera la pretendida “tensión” cuando Mariela puede perder al niño en su vientre emociona, por predecible: ya sabíamos desde el principio que habría problemas con eso, pero que todo saldría bien. En todo momento está presente la debilidad de que habla Todorov y, la verdad, fastidia desde las primeras 35 páginas.

En el nivel del discurso del libro es donde los problemas acaban de cuajar, pues si bien los personajes son insulsos, esto no sería motivo para hacer una mala novela, pero en este caso es el principio de los males. La narración es seca, aburrida y sin técnica alguna. Las figuras retóricas brillan por su escasez, mas, donde las hay, son de una debilidad grosera: la única figura que aparece continuamente (hasta el hartazgo) es el símil, pero de una calidad burda e insultante.(16) Las poquísimas metáforas del texto, además de ser lugares comunes y/o modificaciones burdas, son explicadas por el narrador, destruyendo el efecto estético producido por el cierre del lector [p. 18, por ejemplo]. La autora pretende, con su discurso, hacer gala de conocimientos, de “elegancia” y de tener “mucho mundo”, pero la verdad es que fracasa en todo esto, pues, para empezar, lo único que denota es un conocimiento superficial sobre todos los temas tocados en el libro, como si hubiera investigado en la Wikipedia; además de una mente prejuiciosa y llena de ideas y juicios estúpidos sobre muchos temas (empezando por el Amor). Sus intentos retóricos buscan la ingeniosidad y la elegancia (otra vez), pero son como un escupitajo hacia arriba. Además, la proliferación de marcas de objetos despistan al principio, porque uno no sabe a qué vienen y piensa que sólo es la salida fácil para pretender elegancia en los referentes, pero cuando da la marca de un micrófono televisivo casi al final del libro, nos damos cuenta de que son comerciales. Descarados. Sería bueno averiguar cuánto le pagan por mencionarlos en su librejo... O, a lo mejor, según una gran amiga mía que se mueve en el medio actoral, convertirán la novelucha en película o en serie de televisión y está buscando patrocinadores desde ahorita.

Sobre la construcción de la historia, no hay conflicto y mucho menos hay antagonista. No hay nada que mueva la historia y eso la vuelve de lo más predecible y aburrida. Hasta la página 182 hay un atisbo de conflicto, pero el incidente real se produce hasta la página 229. Las demás páginas se sienten como de relleno. ¡Ah!, porque este es otro error del tamaño del Şaħrā’u Al-garbiyati: el libro está infestado de cosas innecesarias [pp. 14, 17, 45 –toda la página- y las primeras 120 páginas, en realidad] y de recuentos innecesarios. Tal vez sería mejor enlistar algunos de los errores que encontré(17): símil burdo y necio, p. 13; lugar común, p. 13; “romanticista”, no “romántico”, p. 14; símil cursi, pero en contexto, p. 16; eufemismo políticamente correcto, p. 17; cliché: ¿Nada más los niños ven caricaturas?, p. 18; prejuicio de “los buenos sentimientos” [sic], p. 19; pésima alusión a la divinidad, p. 19; exageración (que no hipérbole), p. 22; p. 23; cliché “educador”, p. 24; prejuicio; “mujeres contemporáneas”, p. 25; cursilería excesiva, p. 26; p. 27; error metodológico y argumentativo, p. 29; pésima interpretación, p. 36; error judicial: ya es delito federal, p. 36; en realidad, el dibujo animado no es lo mismo que el cómic, pp. 36-37; p. 43(18); ¿qué diablos es un “reloj biológico de la amistad”?, p. 45; hipocresía, p. 57; kitsch de la conciencia ecológica, p. 59; el colmo de la vanidad, p. 60; inverosimilitud, p 65; colmo de la estupidez, p. 66; kitsch médico, p. 71; sueño cursi, p. 73; ambigüedad, p. 92; ¡horror al crimen!, p. 93; contradicción, p. 123; las pp. 197-200 son un reverendo asco; ¿cómo van a poder un par de desequilibrados alcanzar el justo medio? El milagro del amor, seguramente, ¿no?, p. 209; materialismo, p. 220; y ya no pongo más porque dejé de contar. Al final, lo mejorcito del librajo son los personajes incidentales: el niño Paquito, el psicólogo con su chofer en la inauguración en Roma y el abogado de Mariela.

Además, la narración se vuelve inverosímil, por completo, en la p. 126 y se confirma al final, cuando, en el concurso, Fernanda hace las preguntas, David contesta y ninguno de los dos reconoce la voz del otro [capítulo último: ¿pos no que se conocían a la perfección y a nivel espiritual?]. Lo que da más coraje es que los temas tocados por el libro tienen mucho potencial para una auténtica novela realista, pero en vez de criticar las sandeces de los personajes y del mundo donde se mueven, las apoya y nos deja la moraleja preciosa de “Tú no desesperes. Síguele buscando, pues por ahí está el hombre perfecto para ti”... Siempre y cuando seas magnate y no tengas que preocuparte por comer o por cosas relevantes. Todo esto sin contar errores ortográficos,(19) de redacción, de puntuación y de consignación de extranjerismos...(20) Si no sabes italiano, no escribas en italiano, Escalante, porque, ¿quién te dijo que hay acentos circunflejos en italiano? Además, si vas a escribir conversaciones en italiano, pónlas todas en italiano, no nada más las frases hechas para aparentar conocimiento del ítalo (es decir, para aparentar "elegancia" y "mucho mundo"): nada más quedas mal. Para no hablar de la descontextualización de grandes pensadores para hacerlos decir cursilerías [p. 83].

El libro no tiene nada de artístico, parece una anécdota alargada demasiado(21) con un discurso moralino, tradicionalista, cliché y, en general, de güeva que sólo podría gustarle a quien no ha leído nada jamás o no ha superado Harry Potter o Twilight (la "saga"). Pero, eso sí, como dijo Plinio, “No hay libro tan malo que no tenga algo de bueno”, y yo lo dudaba con esta cosa hasta que me explicó qué significa el R.L de “S.A. de R.L.”... Eso fue lo único que aprendí, lo único bueno. No pierdan su tiempo: no lean La escuela del amor o, por lo menos, no digan que no se los advertí.


NOTAS

1.-La verdad, ni me acuerdo cuántos capítulos tiene y no lo anoté por ningún lado, pero creo que son 25. Es cosa de comparar con el libro y corregir o confirmar el dato. Reconozco que esto es un error metodológico, pero el ejemplar era prestado y nunca jamás encontré el dato en internet.

2.-Aquí tengo un problema, porque en Teoría literaria se enseña desde el primer día que, en un texto literario, el narrador JAMÁS es el autor... Pero este libro no tiene nada de literario: estoy convencido de que el narrador es la autora y ya... Pero la rigurosidad metodológica me obliga a llamarla “narrador”... Ni modo.

3.-Sé que esa frase es un lugar común, pero considero que va muy ad hoc con todos los lugares comunes del libro.

4.-Ojo, no dije “contradictorio”. Comprendo la contradicción como una característica ontológica del ser humano (es muy difícil ir contra los instintos, por burdo ejemplo, pero ahí andamos queriendo superarlos), mas la incongruencia es la incapacidad (o la apatía) de hacer lo que decimos. Y que conste que no estoy en contra de quien tiene casarse como su máxima ilusión, sólo me desagrada muchísimo en este texto por su carácter moralizante, incongruente e imbécil.

5.-En el libro jamás sale algún prospecto feo o deforme. Lo más cercano a fealdad es el abogado de Mariela, quien arregla el registro de la Escuela del Amor de Vanesa, pero este personaje incidental sólo es eso: un relleno. En p. 74 se ve cómo sigue siendo importante, además de la “caballerosidad”, la “guapura”.

6.-En general, en esta reseña, las comillas no serán de cita, sino de burla. Cuando sean de cita, a continuación aparecerá la página de donde se sacó la barrabasada.

7.-¿Quiénes son “los demás”? Sepa. Pero el potencial de ayudarlos ahí está, según el narrador.

8.-En la película Mallrats (Kevin Smith, 1995) hay una parodia de este mismo tipo de concurso.

9.-Escribo “romanticistas” para diferenciar al estereotipo cursi de “velas-vino-petalosderosa-, etc.” de lo auténticamente romántico y evitar que los grandes maestros alemanes del arte y la filosofía vengan a jalarme las patas en la noche.

10.-En el sentido manejado por Tzvetan Todorov, quien habla de la fortaleza o debilidad de los personajes diciendo que el personaje débil se deja llevar por sus instintos y deseos, sin reflexión alguna y a quien en algún momento de la obra le llega la “toma de conciencia" y se hace fuerte. Los personajes fuertes, mientras tanto, nunca “toman conciencia” porque ya la tienen.

11.-A pesar de vivir sola, vive a once calles de sus padres y los visita muy seguido, lo cual habla de una incapacidad de separarse realmente de ellos y emanciparse. Habla de inmadurez, pues.

12.-Patológicamente, como Carlos Slim.

13.-Reconoce la artificialidad y banalidad de Vanesa, pero aún así le atrae... ¡De manera no sexual! ZOMFG!

14.-Cuida fervorosamente de su abuela.

15.-Mira que bautizar al jeep como “Casanova” y al perro como “Tenorio”... Eso ya es la hostia... Y seguro que la autora se siente súper ingeniosa.

16.-Todos sus símiles son extremistas, cursis [p. 16] y toma ejemplos muy delicados, como la cultura árabe, la cultura japonesa [p. 23], el manga [p. 44], etc., lo cual sólo denota ignorancia por parte de la autora [p. 13].

17.-Descontando los ya consignados.

18.-Esta página es especialmente repelente.

19.-Mayúsculas donde no van y viceversa, “Seat!” [“¡Asiento!”] en lugar de “Sit!” [“¡Siéntate!”] para ordenarle al perro que se siente, faltas de acento en español y en italiano, etc., etc., etc

20.-A veces los pone con cursivas y a veces no.

21.-“Como poca mantequilla sobre demasiado pan”, como diría Bilbo Baggins en The lord of the rings. The fellowship of the ring (Peter Jackson, 2001).



Aliquandō rideō, iocor, ludō; home sum...

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